sábado, 28 de diciembre de 2013

Mis carnes pelirrojas.




 Ojos que no ven...

Las Navidades me deprimen, sobre todo porque la gente come más y yo siempre termino comiendo la misma mierda de todos los días. Últimamente todo el mundo que me ve me dice "Uy, éste gato está más gordo, eh", y a mí me dan ganas de decirles "Mírame aquí abajo a ver si lo tengo gordo también", pero mi papi no me ha educado para decir groserías a los invitados, sobre todo porque algo de razón tienen, la verdad... Yo creo que como con ansiedad y, entonces, engordo más, y es que últimamente tengo un ramalazo escapista que no puedo controlar y que me sale de dentro con la fuerza de mil ciclones. Por ejemplo, el otro día el papi le abrió la puerta a unas amigas suyas y yo aproveché para salir al rellano pero en vez de ir recto decidí bajar las escaleras porque, joder, ¡nunca lo había hecho! El caso es que empecé a bajar y a bajar y notaba pasos detrás de mí siguiéndome y fue como un subidón flipante, algo así como estar dentro de una peli de esas que ve el papi de vez en cuando de gente que persigue a otra con una motosierra y que se oye música de tensión y yo, en vez de en la caja, me cago la pata abajo... ¡No sabéis qué sensación más increíble!, y yo seguía bajando intentado escapar de mis captores hasta que, claro, oí el tono de voz del papi que conozco tan bien en plan "como sigas bajando te dejo a dieta", y me paré en seco. Inmediatamente apareció por la esquina con su amiga, me subió en brazos y me devolvió a casa. Afortunadamente no me llevé bronca porque por muchas cosas que me diga sabe que al final terminaré haciendo lo que me salga de las "no-pelotillas" que tengo.

El señor grande y un poco lerdo opina que debo hacer más ejercicio por casa, como correr por el pasillo o saltar, y yo, porque soy pequeño y no tengo manos, sino cogía un espejo de cuerpo entero y se lo plantaba enfrente para que se mirara de arriba a abajo, que la gente ve la paja en el ojo ajeno y, bueno, en otros sitios que me da vergüenza decir, pero no en el suyo propio. Desde aquí y de verdad os digo que me cago en los cánones de belleza..., en eso y en que el señor grande y un poco lerdo vaya corriendo detrás de mí por el pasillo, que me siento cual gacela corriendo detrás de una estampida de bisontes, coño.

Al que veo raruno últimamente es al papi. No sé qué le pasa, lo veo desubicado..., como yo cuando hay muchas bolitas de caca en la caja y estoy incómodo, pues así. Lo mismo piensa que en su vida hay muchas bolitas de caca también y por eso se siente de esa manera, pero yo creo que no debería, ¿verdad? A veces sólo es cuestión de aventurarse, como yo hice bajando la escalera, para SeNTiR un poco de "algo" nuevo recorriéndote la barriga que, a estas alturas, no sé muy bien si es hambre o subidón de adrenalina. Yo, por mi parte, intento darle muchos mimos..., que a mí también me viene bien porque tengo frío y así me caliento, pero yo creo que el papi lo necesita más, porque noto que tiene frío..., pero por dentro.

Bueno, con esto me despido del año y de vosotros también. Espero que entréis en el 2014 con buena patita y buen rabo entre las piernas. Claro que sí. 

MiAaAuUuuUuu.

martes, 10 de diciembre de 2013

¡Manda cojones!


 No se me escapa una, maricones.

El tema de mis deseos sexuales sigue siendo tema de conversación en casa, que digo yo que si un par de bolitas dan para tanto, pues imaginaos si hubiera nacido siendo un toro..., ¡no quiero ni pensarlo! El caso es que la otra noche el "señor grande y un poco lerdo" le preguntó al papi si yo tenía algún peluche al que me follara o algo así (muchos de aquí conocéis a mi papi, así que imaginaos la cara que puso), porque resulta que el gato de su novia (sí, habéis leído bien, tiene novia..., que es algo de lo que hablaré en otro momento) se folla uno que tiene de vez en cuando en plan violación salvaje y lo deja hecho unos zorros. Entonces el papi le explicó que yo era un gato castrado, que él mismo me había llevado dónde el señor de la bata blanca cuando era peque y que por eso no hacía esas cosas, a lo que "el señor grande y un poco lerdo" contestó "Pues entonces no lo entiendo, porque el gato de mi novia también está capado y hace eso, entonces..., ¿se puede estar capado con huevos, no?"... En ese justo momento, después de pronunciar esas palabras, las alarmas de cuatro coches saltaron a la vez, los vencejos del árbol de enfrente sacaron la cabeza del nido y abrieron tanto la boca que su madre creyó que tenían hambre, pero no, era de puro asombro, la vecina del segundo miro hacia arriba e, instintivamente, se santiguó como si Satán le hubiera susurrado al oído "Cómemela, Manoli", el paqui de la frutería de abajo se llevó las manos a la cabeza porque creyó ver la cara de su abuela en una berenjena enorme y, bueno, en resumidas cuentas, el mundo se paró durante un instante.

-Pues seguramente -dijo el papi con toda la calma del mundo cuando le volvió a llegar la sangre a la cabeza- será porque al gato de tu novia lo caparían ya mayor y se le habrá quedado el instinto o la impronta de follar peluches. Obviamente los gatos capados NO tienen huevos.

-Claro, es que ya era mayor cuando lo caparon y se meaba por la casa..., claro.

-Pues va a ser por eso, sí.

Y a mí me hace gracia que hablen de que si tengo ganas de follar o no, que si yo hablara de ellos sobre ese tema se iba a cagar la perra, la gata y la de más allá... Lo mismo algún día me animo y os cuento, que seguro que os interesa..., ¡cotillas!

En otro orden de cosas, no sé vosotros pero yo tengo una curiosidad suprema por ver qué hay detrás de la puerta. Me muero por ir más allá y ver qué pasa ahí fuera. Además, no hace falta que me mintáis, que sé que muchos de los que estáis ahí también tenéis también esa curiosidad por cruzar la "puerta" y entrar en terreno que, a lo mejor, no es conocido para vosotros, pero que, muchas veces, no lo hacéis por cobardía, inseguridad o, quizá, miedo. Yo, que aquí dónde me veis con estas caderas, soy más pequeño que vosotros, no tengo nada de eso porque estoy segurísimo que ahí fuera hay cosas que merecen la pena ser exploradas y que la excursión no tiene por qué salir mal, ¡todo lo contrario!, lo que pasa es que no me dejan salir pero..., ¡ay si me dejaran!, ponía patas en polvorosa para darme una vuelta a ver qué cosas me cuenta el mundo. Eso sí, luego volvería, que no hay nada como estar entre las piernas de mi papi cuando se pone la manta encima. Esa es la razón por la que, como estoy todo el rato en casa, pues tengo tanto tiempo para pensar, que en eso también soy muy humano, la verdad. 

Con esto y un bizcocho (al que le echaría el diente y no dejaría ni una miga) me despido hasta la próxima, gente. Y recordad, ¡si capado, no hay huevos! Lo digo por experiencia.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ni muerto ni de parranda..., quizá un poco despistado.


Lo sé, soy como uno de esos gatos que se piran y no vuelven más, ¿verdad?, un gato desaborío y desapegao que menea el culo al alejarse lentamente..., ¡¡pero no es así!!, yo estoy, lo que pasa es que, aunque suene contradictorio, soy un poco perro y me distraigo fácilmente con las cosas. Al principio le pongo mucho empeño a lo que empiezo, pero enseguida me disperso... En eso soy muy humano, lo reconozco.

En todo este tiempo han pasado muchas cosas y pocas a la vez. De la que más me acuerdo es de cuando me llevaron a ver al señor de la bata blanca y me cortaron las pelotas..., así, ¡de cuajo! Lo que más moló fue cuando me desperté porque parecía que iba como drogado. Me tambaleaba y todo era difuso pero, a la misma vez, feliz..., una sensación más que agradable, como cuando vienen por casa algunos hippies amigos del papi y hacen una fiesta y hay mucho humo y acaban un poco del revés, pues igual, oye. El caso es que ahora no sé si soy travesti o transexual, pero no creo que importe mucho, el glamour se lleva por dentro y no en si tienes un par de pelotitas o una rajita, ¿verdad?

El caso es que, no sé si debido a lo de antes, me he puesto más hermoso de lo que estaba. Tengo unas piernas que son acero pa los barcos y unas caderas con las que podría parar tsunamis. La cosa está en que el papi me pesa la comida y me da un pienso que sabe a mierda de perro y que pone que es para gatos "estilizados" o algo así..., que yo de estilizado tengo poco, pero el muy maricón me lo sigue dando y, claro, yo me la tengo que comer... Lo que él no sabe es que mi táctica de maullar como si me estuviera muriendo de hambre cada vez que alguien entra en la cocina surte efecto con el "señor grande y un poco lerdo", que para eso es como es y yo lo sé y me aprovecho dándole pena, lo cual es bastante fácil. Así que de vez en cuando pillo comida humana, pero esto mi papi no lo sabe porque sería capaz de hacer comida humana del "señor grande y un poco lerdo" cortándole la mano o algún que otro apéndice y yo, la verdad, tengo mucha hambre, pero no como para comer carne humana, o en su caso, extraterrestre. Pero que se lleve ojo, que el papi parece que no pero tiene mala leche..., que yo, aunque esté mala, me la bebería, joder, que no la cato ni por asomo.

El otro día el papi se asustó porque al abrir el grifo de la cocina empezó a salir como un líquido rojo del fregadero, y es que las tuberías estaban un poco atascadas y en vez de tragar pues escupen (como les pasa a algunos humanos remilgado..., ejem). Vi como el papi tenía cara de circunstancia, pero yo sabía la solución, así que me subí a la silla y me puse a maullar y a mordisquear un trozo de cartón de una lata de mejillones que estaba encima de la mesa. El papi se volvió y dijo: "¡¡Los putos mejillones!!, ¡¡¿a quién se le ocurre tirarlos por el fregadero?!!". Creo que no hace falta que responda a esa pregunta, ¿verdad? El caso es que el papi se lo dijo al "señor grande y un poco lerdo" (todo apuntaba a que había sido él) y por la noche el señor desmontó y desatascó las tuberías, que digo yo que, ¿por qué no hace lo mismo con su cerebro? Lo mismo se ahorraría escupir tonterías y cosas que a veces dice y que me dejan más frío que el suelo en invierno.

En fin, por ahora es todo. Prometo no tardar tanto en dar señales de vida, pero es que a veces me enredo a jugar con una bolsa de plástico y se me pasa el tiempo volando..., casi tanto como a los humanos cuando se paran un segundo a pensar y se dan cuenta de que todo ha pasado por delante de sus narices sin darse casi cuenta. Que no me pase eso, porfa..., ni a vosotros tampoco, que aunque seáis humanos os tengo aprecio felino.