No se me escapa una, maricones.
El tema de mis deseos sexuales
sigue siendo tema de conversación en casa, que digo yo que si un par de bolitas
dan para tanto, pues imaginaos si hubiera nacido siendo un toro..., ¡no quiero ni
pensarlo! El caso es que la otra noche el "señor grande y un poco
lerdo" le preguntó al papi si yo tenía algún peluche al que me follara o
algo así (muchos de aquí conocéis a mi papi, así que imaginaos la cara que
puso), porque resulta que el gato de su novia (sí, habéis leído bien, tiene
novia..., que es algo de lo que hablaré en otro momento) se folla uno que tiene
de vez en cuando en plan violación salvaje y lo deja hecho unos zorros.
Entonces el papi le explicó que yo era un gato castrado, que él mismo me había
llevado dónde el señor de la bata blanca cuando era peque y que por eso no
hacía esas cosas, a lo que "el señor grande y un poco lerdo" contestó
"Pues entonces no lo entiendo, porque el gato de mi novia también está
capado y hace eso, entonces..., ¿se puede estar capado con huevos, no?"...
En ese justo momento, después de pronunciar esas palabras, las alarmas de
cuatro coches saltaron a la vez, los vencejos del árbol de enfrente sacaron la
cabeza del nido y abrieron tanto la boca que su madre creyó que tenían hambre,
pero no, era de puro asombro, la vecina del segundo miro hacia arriba e,
instintivamente, se santiguó como si Satán le hubiera susurrado al oído "Cómemela,
Manoli", el paqui de la frutería de abajo se llevó las manos a la cabeza
porque creyó ver la cara de su abuela en una berenjena enorme y, bueno, en
resumidas cuentas, el mundo se paró durante un instante.
-Pues seguramente -dijo el papi
con toda la calma del mundo cuando le volvió a llegar la sangre a la cabeza-
será porque al gato de tu novia lo caparían ya mayor y se le habrá quedado el
instinto o la impronta de follar peluches. Obviamente los gatos capados NO
tienen huevos.
-Claro, es que ya era mayor
cuando lo caparon y se meaba por la casa..., claro.
-Pues va a ser por eso, sí.
Y a mí me hace gracia que hablen
de que si tengo ganas de follar o no, que si yo hablara de ellos sobre ese tema
se iba a cagar la perra, la gata y la de más allá... Lo mismo algún día me
animo y os cuento, que seguro que os interesa..., ¡cotillas!
En otro orden de cosas, no sé
vosotros pero yo tengo una curiosidad suprema por ver qué hay detrás de la
puerta. Me muero por ir más allá y ver qué pasa ahí fuera. Además, no hace
falta que me mintáis, que sé que muchos de los que estáis ahí también tenéis
también esa curiosidad por cruzar la "puerta" y entrar en terreno
que, a lo mejor, no es conocido para vosotros, pero que, muchas veces, no lo
hacéis por cobardía, inseguridad o, quizá, miedo. Yo, que aquí dónde me veis
con estas caderas, soy más pequeño que vosotros, no tengo nada de eso porque
estoy segurísimo que ahí fuera hay cosas que merecen la pena ser exploradas y
que la excursión no tiene por qué salir mal, ¡todo lo contrario!, lo que pasa
es que no me dejan salir pero..., ¡ay si me dejaran!, ponía patas en polvorosa
para darme una vuelta a ver qué cosas me cuenta el mundo. Eso sí, luego
volvería, que no hay nada como estar entre las piernas de mi papi cuando se
pone la manta encima. Esa es la razón por la que, como estoy todo el rato en
casa, pues tengo tanto tiempo para pensar, que en eso también soy muy humano,
la verdad.
Con esto y un bizcocho (al que le
echaría el diente y no dejaría ni una miga) me despido hasta la próxima, gente.
Y recordad, ¡si capado, no hay huevos! Lo digo por experiencia.
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