lunes, 29 de octubre de 2012

Aquí huele a rancio.

 
Las cejas se me ponen de punta gracias a los políticos de este país.


Yo sé que hay más mundo detrás de la puerta o las rendijas del balcón, pero no sé si quiero descubrirlo. La curiosidad me mata, pero la hostilidad me eriza el lomo y creo que ahí fuera hay mucha, según escucho o percibo. Los gatos de normal somos felices. Los humanos no, y no entiendo el por qué.

"El señor grande y un poco lerdo" siempre entra a casa quejándose, sobre todo de su trabajo. Debería ser consciente que gracias a él puede comer mucho pienso blando, que está super rico... No sé exactamente a qué se dedica, pero, según  he escuchado a mi papi, puede que sea "bombero retirao", porque a veces dice que tiene cosas de eso. A mí me parece un poco raro, pero podría ser.

Yo, mientras, me entretengo en el día del olfato... Me gusta olerlo todo, luego se me pone la nariz negra por abajo y no me lo puedo quitar, de eso ya se encarga el papi que me pega unos tirones que ni que me hiciera la cera en las patas, el muy hijoputa.

Olerlo todo tiene sus ventajas, no te llevas sorpresas de las cosas porque te haces una idea antes. Te da mucha información y la utilizas a tu favor, aunque a veces no hueles los problemas, como cuando "el señor grande y un poco lerdo" le da por cogerme de las patas delanteras, me alza y me hace andar como un humano por el pasillo mientras él va diciendo con voz de pánfilo "Camina..., camina..., camina...". Un día "caminamos" hacia la habitación del papi y su cara fue un poema cuando entré por la puerta, no sé si de verme "caminando a la fuerza" o por ver al "señor grande y un poco lerdo" en calzoncillos de pata ancha, agachado y riéndose como si su edad mental fuese igual que mi edad física... El caso es que a mí me gusta caminar, pero lejos de él.

Los humanos no huelen los problemas, o sí, pero les da igual, ellos van de cabeza. Y no lo entiendo, porque para eso tienes el olfato, para anticiparte a las cosas. Deberían usarlo un poco más. Seguramente evitarían muchas situaciones desagradables. Pero ellos, a parte de no usar mucho el olfato, parecen un poco sordos, porque no hacen ni puto caso, ni siquiera a ellos mismos.

Cuando me pongo nervioso es cuando llega la noche y la casa se inunda de olor a pescado. Alguno de los vecinos se lo pasa muy bien y a mi me da una envidia que te mueres. Ya me podrían invitar una nochecita de estas a un cena... Lo malo es que, a veces, llega el "señor grande y un poco lerdo" del gimnasio y se acabó la fiesta del olor "rico, rico", entonces la casa se llena de un olor un tanto desagradable..., no sabría cómo definirlo, pero hace que quiera caminar lejos, muy lejos, a poder ser con una mascarilla  en el hocico de esas que veo por la tele.

El caso es que cuando huelo a los humanos, no sólo los huelo por fuera, sino por dentro también... Ellos no lo saben, pero los gatos tenemos la capacidad de oler y saber cómo son las personas. Por eso, y desde un primer momento, me hice amigo del "chico de los ojos como el mar", porque por fuera olía a mora, pero por dentro a amor, que tiene las mismas letras que mora pero desordenadas..., ¿a que es curioso?

Así que si un día venís a casa os oleré por fuera y también por dentro y de esa manera decidiré si os convertís en mis amigos o no. Es que los gatos somos un poco así..., muy nuestros, ¿sabéis lo que quiero decir, no?

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